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La isla con alma

La isla de El Hierro es la isla más joven, pequeña, occidental y meridional de las Islas Canarias. Es Reserva Mundial de la Biosfera, declarada por la UNESCO en el año 2000, y Geoparque en el 2014. Una isla con apenas 10.000 habitantes y, por tanto, también la menos poblada de las Islas Canarias.

A la isla de El Hierro se la conoce también como la “Isla del Meridiano” debido a que, durante siglos, estuvo considerada como el punto más occidental del mundo conocido. Se atribuye al astrónomo y astrólogo Ptolomeo haber situado el Meridiano Cero en Punta de Orchilla, hasta que en 1884 fue trasladado a su actual ubicación, Greenwich.  

La isla de El Hierro es puro acantilado de costas rocosas y muy abruptas, entre las que se esconden numerosos charcos y piscinas naturales. La negra tierra volcánica que la cubre acrecienta esta sensación de misteriosa lejanía, de extremo de civilización que la isla ostentó hasta el descubrimiento de América.

Esta situación geográfica, esta orografía y esta baja densidad de población, hacen de la isla de El Hierro un lugar mágico. Un viaje único, ideal para encontrarte contigo mismo.

La Restinga
Mirador Valle el golfo
Mirador de Lomo Negro
Piscina Natural La Maceta

La magia del fin del mundo

Esta pequeña y preciosa isla, un microcosmos geológico con un 58% de su superficie protegida, te atrapará por el contraste entre sus tierras volcánicas como los Laijales , el verde de sus bosques únicos como el de Monteverde, la transparencia de las aguas en su reserva marina de La Restinga y por el ritmo sosegado de la vida.

En las amplias áreas despobladas de La Llanía o el Sabinar, solo la brisa del viento y el canto de los pájaros te sacará de tu ensoñación…

Amaneceres y atardeceres que recargarán tu energía tan solo con contemplar el mar. Sentirás emociones intensas, incluso con la soledad de los espacios naturales intactos. Cielos limpios, oxígeno puro.

Mito y leyenda. En El Hierro, no había más agua que la que manaba de El Garoé. Un tilo de grandes dimensiones capaz de abastecer a los antiguos pobladores, los bimbaches o bimbapes, quienes lo bautizaron como Árbol Santo, porque era la única fuente de este elemento tan preciado en toda la isla. 

Un lugar que aúna lo mejor del pasado y del futuro. Hoy, convertida en símbolo de sostenibilidad, capaz de abastecerse con energía 100% renovable.

La isla siempre diferente, siempre con alma.

isla con alma