Estamos en el extremo de una de tres dorsales volcánicas que han producido la mayor parte de la actividad eruptiva de la última etapa de formación de El Hierro, la Dorsal Noroeste.
Los espectaculares amarillos del roque que emerge en medio del acantilado es el testimonio de una erupción en la que el agua del mar o del subsuelo entró en contacto con el magma.
Los científicos denominan a estas erupciones freatomagmáticas; su principal característica es su explosividad, debido a la vaporización del agua que entra en contacto con el magma.
La intensa tonalidad amarillenta que atrae nuestra vista es el resultado del rápido enfriamiento del magma, lo que produce unas rocas de colores verdosos y amarillentos, por la presencia de vitrificados. También podemos observar como se forman estructuras anulares en la roca, expresadas en las líneas horizontales de los estratos que observamos.
Desde aquí solo vemos uno de los dos afloramientos de esta erupción, que ha sido semienterrada por el volcán de Lomo Negro sobre el que estamos, cuya irrupción es más reciente. Un segundo roque de similares características está al otro lado de este volcán, porque las erupciones freatomagmáticas causan cráteres muy amplios y abiertos, lo que explica la distancia de más de ochocientos metros entre los dos roques amarillos.